Los cursos de ARSIS

«Estas clases son de lo mejor que ha ocurrido en mi vida.» Lo decía una de las alumnas de gimnasia femenina, que con sus setenta años descubrió la alegría de respirar hondo y mover su cuerpo como jamás lo había hecho, al ritmo de la música y rodeada de mujeres amigas y buen humor. Cuando oyes a alguien diciendo esto, piensas que todo el esfuerzo ha valido la pena. ¡No hay mejor recompensa!

Los cursos de ARSIS se hicieron muy populares. Por las aulas de la parroquia de San Pablo pasaron más de 250 alumnos. Niños y mayores se apuntaron a sevillanas, cocina, inglés, solfeo, piano, catalán, gimnasia y alfabetización de adultos. Los niños disfrutaban, para los adultos se les abría un universo. Muchos de ellos habían dejado la escuela de niños para trabajar, ahora tenían la oportunidad de estudiar cosas que siempre habían deseado aprender. Para una señora, escribir la primera carta a su hija, o empezar un esbozo de diario personal, supuso momentos de gran emoción. Para otro señor, jubilado, poder tocar el piano fue un hito, un sueño largamente acariciado hecho realidad. Las fiestas de final de curso, con sus festivales y exhibiciones de danza, música y gimnasia, liberaban muchos miedos, timideces y ataduras mentales. Para los profesores resultaba tan gratificante como para los alumnos.
Fui una de ellos. Mis primeras colaboraciones en ARSIS fueron como profesora de alfabetización y gimnasia. Nunca olvidaré aquellas clases, la vitalidad y el entusiasmo de las alumnas, su seriedad, sus progresos y la alegría al conseguir un nuevo logro. Enseñar a los niños es apasionante, pero enseñar a un adulto con ganas es algo que no se olvida nunca. Cuánta gratitud, y cuánto te enseñan ellos a ti.
Los cursos de ARSIS eran impartidos por profesores voluntarios, en algunos casos, y por otros que cobraban. Con las cuotas de los alumnos se les pagaba y toda la actividad quedaba autofinanciada. Con el tiempo, otras entidades del barrio y centros cívicos fueron asumiendo esta tarea formativa y ARSIS se centró en sus proyectos más sociales y humanitarios. Pero el talante educativo y de potenciar el talento de cada persona ha permanecido siempre.
 
 

Los orígenes

Algunos lo recordaréis, otros lo sabéis, pero quizás muchos otros ignoráis cómo se inició ARSIS. Hoy contaremos cómo empezó todo.
Sabéis que nuestro fundador es Joaquín Iglesias. Joaquín es sacerdote, y en 1993 aterrizó en la parroquia de San Pablo, en el barrio del Raval de Badalona. Joaquín, como sabemos quienes lo conocemos, no se limita a decir misas y cumplir como párroco. Desde siempre ha tenido muy claro que servir en una parroquia significa abrirse al entorno, a sus gentes, y llevar más vida y esperanza allí donde haga falta. Por eso, al llegar al Raval, pasó un año escuchando a la gente, paseándose por las calles, conversando con los vecinos y empapándose de barrio, para conocer sus necesidades e inquietudes. 
Al cabo de un año reunió a un grupo de vecinos y feligreses y les propuso crear una asociación que respondiera a las demandas del barrio. Todos se entusiasmaron y así es como nació ARSIS, denominada «Asociación Amigos del Raval y de Sistrells», los dos barrios que formaban la demarcación parroquial. ARSIS son las siglas y así ha sido conocida la entidad desde sus inicios.
Las propuestas no faltaban. Lo primero que pedían los vecinos era ¡cultura! Y un espacio de formación y convivencia para niños y mayores. Las primeras actividades de ARSIS fueron cursos: de alfabetización de adultos, catalán, sevillanas, solfeo, piano, guitarra, inglés, manualidades y gimnasia. La parroquia se convirtió en una escuela que cada tarde bullía de animación. Al cabo de un año, todos los grupos decidieron celebrar una fiesta de fin de curso abierta al barrio, con exhibiciones de todo cuanto habían hecho los alumnos, juegos infantiles, una carrera por el barrio, comida de hermandad y bailes. Fue la primera Diada de ARSIS, una fiesta que pronto se hizo popular y esperada, cada año, en el Raval. Estos fueron los orígenes…