En 1997 ARSIS vivió una auténtica expansión. Por un lado,
consolidamos el centro abierto infantil con un equipo de unos ocho monitores,
todos ellos voluntarios, que trabajaban con mucho entusiasmo. Por otro lado,
iniciamos una actividad conjuntamente con las familias de la parroquia: el
teatro popular.
La idea inicial fue hacer un pesebre viviente con los niños
de la parroquia y el casal de verano de ARSIS. Luego los padres se animaron tanto que
decidieron participar en la obra. El pesebre viviente fue un resucitar de los
antiguos autos sacramentales que se celebraban en las iglesias y en las plazas.
Con música, movimiento, voz y gestos teatrales, un escenario muy cuidado y un
rico vestuario elaborado por madres y señoras voluntarias el estreno fue un
éxito y animó tanto a los participantes que decidimos repetir. Para después de
Semana Santa, por Pascua, nos lanzamos a representar el Camino de Alegría, una
serie de secuencias sobre la resurrección de Cristo y sus apariciones, que
termina con la ascensión, Pentecostés y el nacimiento de la Iglesia.
El teatro popular fue una experiencia hermosa de voluntariado
adulto y convivencia intergeneracional, pues en las obras participaban tanto
niños como mayores, incluso personas de otros países. Atrajo a muchas personas
del barrio y de otras zonas de Badalona. Además del contenido, religioso y
humano, se trabajó la música, el arte, la expresión, la solidaridad. Muchos de
los actores colaboraban en otras actividades de ARSIS. Dos pintores del Círculo
de Bellas Artes de Badalona pintaron preciosos decorados como escenario. Varios
miembros del Orfeón Badaloní, curtidos artes dramáticas, también participaron.
La obra no sólo se representó en nuestra parroquia: salimos a hacer bolos a
otras parroquias y colegios de Badalona y Barcelona. Durante siete años, el
Pesebre Viviente y el Camino de Alegría fueron un nexo de solidaridad para un
grupo motivado de personas sensibles y dieron a conocer ARSIS y su labor fuera
de nuestros barrios.
Como directora de estas obras, y siendo la más joven del
grupo, viví una experiencia inolvidable y aprendí muchísimo sobre liderazgo.
Quizás la lección más importante fue aprender a confiar y a tener fe en las
personas. Aunque los ensayos a veces eran desastrosos (cuánto reímos, y cuánto
sufrimos…) el día de la representación todo el mundo daba lo mejor de sí, y la
obra salía perfecta.
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